Día Mundial Contra el Trabajo Infantil y el camino en busca de proteger a todas las niñeces y evitarles la explotación en cualquier dimensión

Solo en Chile 219.624 niños, niñas y adolescentes de entre 5 y 17 años se encuentran en trabajo infantil y el 90% de ellos realiza un trabajo peligroso.

Se estima que actualmente, a nivel mundial, hay 160 millones de niños y niñas atrapados en el trabajo infantil, esto tras un aumento de 8,4 millones en los últimos 4 años según datos entregados por UNICEF, los cuales demuestran una preocupante realidad.

Dentro de las formas para concientizar a la población sobre esta gran problemática y aunar esfuerzos que busquen erradicar el trabajo infantil, esta la conmemoración del Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, el cual se conmemora cada 12 de junio.

Para entender más sobre los daños que genera esta el trabajo infantil en niños, niñas y adolescentes a nivel mundial, la directora de Escuela de Terapia Ocupacional, Alejandra Lagos y la académica de la misma escuela, Daniela Cantillana explican que “en términos generales, cualquier forma de trabajo infantil reduce drásticamente las experiencias de juego y educación, limitando que el niñe pueda conocerse y reconocerse en la experiencia de esas actividades: en el sentir y placer del juego, en el aprendizaje escolar significativo o en la experiencia cotidiana que se recorre con sus pares, amigas o amigos”.

Sobre las implicancias de esta problemática, las académicas mencionan que “quisiéramos partir declarando que lo que hoy es reconocido globalmente como trabajo infantil es una manifestación de un modelo económico que prioriza la producción y la acumulación de capital por sobre la sostenibilidad de la vida y las relaciones de cuidado. En ese marco, el trabajo infantil refleja una lógica productivista asentada en un sistema extractivista, donde niñas, niños y adolescentes se ven expuestos prematuramente a condiciones laborales que socavan su salud y su experiencia vital”.

“Además, esta forma de explotación se normaliza e invisibiliza por un sistema que desplaza sus costos hacia las poblaciones más vulnerables, perpetuando dinámicas que deterioran la vida en lugar de protegerla. Así, el trabajo infantil adopta diversas formas: por un lado, está el trabajo económico remunerado, por otro, el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado y, finalmente, las peores formas de trabajo infantil como la esclavitud, servidumbre forzada, trata de personas con fines laborales o sexuales, reclutamiento para actividades delictivas y explotación sexual comercial que constituyen violaciones extremas de los derechos de la niñez”, agregan las académicas.

Acompañando a niñeces

En Chile las cifras también son preocupantes, ya actualmente hay 219.624 niños, niñas y adolescentes de entre 5 y 17 años se encuentran en trabajo infantil y de ese total, el 90% de ellos realiza un trabajo peligroso, lo cual afecta enormemente en distintos aspectos de su vida, por lo que es importante darles el acompañamiento necesario a aquellos que enfrentan esta problemática.

Sobre aquello, las terapeutas ocupacionales explican que “el trabajo para quienes acompañamos a niñes, niñas y niños con experiencia o en situación de trabajo infantil exige restaurar y actuar como co-garantes de sus derechos: la experiencia de ser cuidado por un adulto significativo, jugar con otres niñes, aprender en un entorno seguro, desarrollar y experimentar su autonomía y construir un proyecto de vida digno”.

“En este marco, la terapia ocupacional puede ofrecer niñas, niños y niñes espacios de cuidado auténtico: una relación atenta a sus necesidades y que reconoce la exclusión profunda que les empujó hacia la productividad. Al igual que ocurre con trabajadores explotados, la doble opresión de estas infancias agrava aún más su vulnerabilidad. Por eso, convivir y vincularse con adultos que ofrezcan protección y cuidado podría representar alivio y resultar decisivo en sus subjetividades”, agregan las expertas.

Detallando a su vez que “en la práctica cotidiana, el terapeuta ocupacional acompaña a estas infancias planificando y facilitando experiencias que restituyan sus derechos: juegos libres, apoyo escolar y coordinación con profesores, familias y la comunidad. Además, el terapeuta ocupacional puede formar parte de equipos que diseñan e implementan acciones concretas para atender las condiciones o exigencias materiales que empujaron a esas infancias hacia la producción”.

Finalmente, Lagos y Cantillana explican cuáles son los caminos que deben seguirse, bajo la mirada de la Terapia Ocupacional, para erradicar el trabajo infantil, indicando que “en primer lugar, se debe actuar sobre las condiciones estructurales que lo generan. El Estado y sus gobiernos tienen la responsabilidad de traducir la voluntad política en medidas concretas que erradiquen todas las formas de explotación infantil. Esa voluntad debe materializarse en políticas sociales y económicas que reduzcan la pobreza, combatan la exclusión y garanticen la corresponsabilidad en el cuidado. En un segundo nivel, la prevención exige acompañar y proteger de forma directa a las niñas y niños en riesgo, especialmente los que viven en pobreza.”.

“Para cerrar, la prevención debe reconocer y participar de estrategias de economía solidaria o feminista. Son las comunidades, organizaciones locales y, en especial, los grupos de mujeres organizadas quienes impulsan comedores solidarios, redes de cuidado compartido y sistemas de intercambio que atienden las necesidades materiales que aparecen como urgentes. Estas iniciativas comunitarias, propias de la organización latinoamericana, fortalecen la solidaridad y reafirman la corresponsabilidad para proteger a todas las niñeces y evitarles la explotación en cualquier dimensión”, indicaron finalmente las académicas.

 

 

Jueves, Junio 12, 2025