El académico Roberto Vera, de la Escuela de Kinesiología Facimed y parte del Comité Científico de la III Jornada de Neurociencia e Inteligencia Artificial 2025, invita a toda la comunidad universitaria y al público general a participar de esta actividad que se realizará el próximo sábado 04 de octubre desde las 10:00 hrs. en el Edificio VIME USACH.
Columna de Opinión: “En tiempos de incertidumbre, garantizar los derechos de niñeces y adolescencias es prioridad: Avanzar sin barreras hacia una Ley de Educación Sexual Integral para Chile”
En el marco del Primer Congreso en Educación Sexual Integral “Pensando la integralidad” realizado en octubre del presente año, se instala y promueve la necesidad de actuar respecto a cómo integrar la Educación Sexual en los tiempos actuales, principalmente para y con niñeces y adolescencias. Tiempos cargados de incertidumbre, tensiones políticas y “fake news”, sostenidas a partir de un sistema que se basa en la fragmentación y el individualismo para el abordaje de las problemáticas sociales y sanitarias, en tanto, se sostiene la lógica de “cada uno con lo suyo”, a la base de generar temores infundados en la población.
En contrapartida de los discursos de odio, y de la difusión a nivel nacional respecto a la necesidad de “poner mano dura”, se intensifica la relevancia de transversalizar en todos los espacios sociales e institucionales la Educación Sexual Integral (ESI) desde la primera infancia, respetando siempre la autonomía progresiva, según lo que se indica en la Convención de los Derechos del Niño ratificada en 1990 por el estado chileno. Evidenciar las carencias y las ausencias relacionadas con su abordaje por parte del mundo adulto y personas tomadoras de decisiones y, junto con esto, apreciar los avances que existen respecto a la materia, es sustancial para “…ser la última generación que no recibió educación sexual integral”, tal como plantea la Red Chile Necesita ESI.
Considerar las bases legislativas respecto a la educación sexual en niñeces y adolescencias, permite ir más allá de una acción marcada por el voluntarismo y, más bien, establecerse como un mandato, en el que las familias tienen efectivamente el derecho preferente, más no el exclusivo de educar a sus hijes. No obstante los discursos, la verdad es que desde el año 2022 Chile ya cuenta con la Ley 21.430, sobre Garantías y protección integral de los derechos de la niñez y adolescencia, en la cual en su artículo 45 menciona: “Medidas de prevención y protección del embarazo, maternidad y paternidad de menores de 18 años. Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a recibir, en el contexto de su educación, una enseñanza sobre su sexualidad, de una manera integral y responsable, que incorpore la prevención de embarazos no deseados. El contenido de dicha enseñanza deberá ser apropiado y pertinente a la edad, madurez y grado de desarrollo de sus receptores”. A pesar de que su foco está en la prevención del embarazo no deseado, de igual manera resulta ser un punto de partida en la apuesta del estado por garantizar derechos, más allá de perpetuar lógicas de protección. Y es que entender la ESI como un derecho, es la base para facilitar a estos grupos y sus familias una vida más segura. La ESI merece un espacio en el debate público, pero un debate que contemple argumentos científicos y diálogos de saberes que considere los procesos de determinación social de las personas y comunidades.
En este sentido y a propósito del debate presidencial del pasado 26 de octubre en el que el candidato J.Kaiser planteó “¿Usted cree que es razonable que a niños de tres años le estén enseñando cosas en materia sexual en los colegios? A mí no me parece”. (…) Si es el Ministerio de Educación el que anda despachando todo tipo de material que se puede calificar incluso como pornográfico a los colegios”, se evidencia una instrumentalización perversa respecto del propósito de la ESI, asociándolo a prácticas que están fuera de lo legal y que pueden ser dañinas, pero además, despojando a las niñeces del desarrollo de su sexualidad, como si aquello emergiera solo en la edad adulta. Experiencias de decenas de años en países nórdicos, entregan evidencia concreta sobre los beneficios aportados por incorporar la educación sexual desde los primeros años de escolaridad acorde a cada etapa del curso de vida. Luego, si tan solo cruzamos la cordillera de los Andes, nos encontraremos con una Argentina que celebra ya 19 años de contar con una Ley ESI, la que pudiendo presentar múltiples formas de implementarse, ha dejado huellas tangibles y medibles de los aportes al bienestar de la población trasandina, la que hoy observa con temor el retroceso en derechos a manos de un gobierno de extrema derecha que comprende la educación desde otra perspectiva, atentando contra los avances ganados por la sociedad civil en luchas históricas.
Y entonces miramos esta carrera presidencial, en la que se expresan discursos basados en conceptos como “adoctrinamiento”, o de la necesidad de resguardar el interés superior del niño “el cual está constituido por el derecho de todo niño a tener un papá y una mamá”, lo cual tergiversa la Convención, invisibiliza los distintos tipos de familias que existen en nuestro país y pone en evidencia su profunda necesidad de validar la cisheteronorma como única expresión. Con excepción de una de las propuestas de programa en la que se menciona, de manera explícita, el establecer una “política de educación sexual integral y afectiva acorde a las edades”, en general, la mayoría destaca por un débil o incluso nulo acercamiento a la temática, lo que refleja un panorama inquietante respecto a si el tema se pondrá sobre la mesa en el futuro gobierno. Permanecen así, argumentos paternalistas y adultocentristas en el debate público, que invisibilizan la posibilidad de agencia de estos grupos, con una escasa comprensión de la necesidad de un trabajo intersectorial.
Estudios evidencian el aporte positivo que tiene la ESI en la prevención del abuso sexual infantil, de la violencia en el pololeo, de la difusión de información sin consentimiento, de perpetuar lógicas amparadas en una masculinidad hegemónica, que por lo demás alberga y habita la violencia como principio de vida. Pero también, la ESI favorece la experiencia del placer desde el reconocimiento del propio cuerpo y distinción de los límites, no solo como herramienta de protección, sino también como posibilidad de goce, plenitud y felicidad. Por supuesto, aún hay mucho que hacer respecto al educar y visibilizar sus beneficios, no solo con las niñeces y juventudes, sino también con las personas adultas que no tuvimos la posibilidad de explorar de manera segura estos temas en nuestras infancias. Sabemos que trabajar por una Ley de Educación Sexual Integral en Chile, significa garantizar derechos, entonces ¿Qué estamos esperando para avanzar y poner a las niñeces y adolescencias como prioridad?












